INTERNATIONAL

miércoles, 25 de agosto de 2010

Cartipí

Alguien golpeó a Cartipí mientras el micrófono aun humeaba al terminar llamadas de gente con pike.

La mal llamada "semana cultural" no había sido la mejor...


10 Preguntas al pueblo de Las Matas de Farfán

1. Acaso no es cierto que nuestro pueblo cuenta solamente con una emisora para compartir nuestras penas y alegrías? Y que nuestra voz suena alto mediante la transmisión en Frecuencia Modulada, equipos de última generación y a través del INTERNET en tiempo real para más de dos mil millones de oídos a nivel mundial?

2. Acaso no es cierto que el responsable directo del funcionamiento de todos esos equipos es un humilde jovencito nacido de nuestras entrañas, el cual nunca le ha dado la espalda a su pueblo y se ha quedado, mas en las malas que en las buenas, sirviendo a su gente, conocido entre nosotros como Cartipí?

3. Es la nombrada “semana cultural” una exigencia de nosotros, los habitantes de este laborioso pueblo, o una necesidad creada por un grupo de materos ausentes que se hacen llamar “estudiantes universitarios” a fin de encontrar donde consumir alcohol en SUS vacaciones?

4. Le ha rendido cuentas alguna vez oficialmente la Asociación de Estudiantes Universitarios a alguna autoridad pública, al final de una de esas fiestas de verano?

5. Irrumpir en una propiedad privada borrachos y propinar golpes a locutores, que además de estarse ganando el pan honradamente, también están brindando a la población el sagrado derecho de la libre expresión del pensamiento? Es el mejor ejemplo con el que cuentan esos santos, letrados y educados universitarios?

6. No debe la UASD haberse ya pronunciado sobre el hecho, No deben los estudiantes de la UASD haberse pronunciado ya? Así como también los ciudadanos de relevancia, partidos políticos, organizaciones sociales, autoridades, sociedad civil y muy especialmente los demás medios de comunicación?

7. No debió el fiscal o el inspector de la Policía Nacional aquí en nuestro pueblo, ordenar inmediatamente una investigación que establezca responsables y sanciones, librando así a la población de la especulación o la impunidad?

8. Debe la población de Las Matas de Farfán apoyar a quien le abre el micrófono para que se exprese libremente ante el mundo, o debe apoyar a quien le intenta silenciar por medio de la fuerza, trayendo a la memoria los momentos más oscuros de nuestra historia?

9. No entienden mis compueblanos que no es un ataque a la persona de Cartipí, sino a la libertad de expresión, de prensa y a la democracia que con tanta sangre y trabajo nos ha costado y nos sigue costando hoy?

10. No se entiende?

martes, 17 de agosto de 2010

Pájaros mataescopetas

...Operación “conmoción y pavor”...



...Confirmado por documentos militares, así como por declaraciones oficiales, tanto Israel como los EE.UU. contemplan el uso de armas nucleares contra Irán...

En una lógica retorcida por completo... mientras las inexistentes armas nucleares iraníes son una amenaza para la seguridad mundial, las de los EE.UU. e Israel son instrumentos de paz ''inocuas para la población civil ''...

Michel Chossudovsky


Vayan! Asesinen, violen, torturen, roben! Todo por la paz.

Allí hay armas de destrucción masiva, Obama, no esperes más!


Como las que hallaron en Abu Ghraib!


Dios nos ampare, pero no el de Israel!



-Joel














¡Sí, soy una suicida!


http://www.granma.cu/espanol/2004/irak-horror/galeria-irak-horror.html

In Memoriam

Hiba Al-Shamari

The Mesopotamian


Es posible que se hayan olvidado de Nadia, la muchacha violada por los perros ocupantes en la infame prisión de Abu Ghraib. Para rescatar su memoria, les ofrezco su historia, la historia que ella reveló. No pudo arrojarse en brazos de su familia, como haría cualquier prisionero/a oprimido y dolorido, un prisionero con una hoguera interior que lo que más anhela es volver con su familia.

Nadia no volvió con su familia al ser liberada de la prisión donde padeció todas las vejaciones que se vienen perpetrando contra las mujeres iraquíes encarceladas: abusos, violaciones y torturas a manos de los mercenarios estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, donde los muros de esa cárcel claman tristes y horribles historias de los prisioneros, pero lo que Nadia nos cuenta no es una “Historia”… es la “Verdad”.

Nadia relató su historia al periódico Al-Wassat:

“Estaba de visita en casa de un pariente y nos asustamos mucho cuando las fuerzas ocupantes estadounidenses asaltaron la casa buscando armas y después nos arrestaron a todos.

Traté inútilmente de convencer al traductor que acompañaba a la patrulla estadounidense, sin éxito alguno, de que yo sólo estaba allí de visita. Grité, supliqué y me desmayé de la intensidad del miedo que sentía durante el camino hacia la prisión de Abu Ghraib. Me confinaron aislada en una celda oscura y sucia pero yo confiaba en que me liberarían una vez que la investigación demostrara que yo no había cometido delito alguno”.

Con lágrimas deslizándose por sus mejillas, que expresan su sinceridad y el horror de todo cuanto había sufrido, Nadia añade:

“El primer día fue muy duro, no estaba acostumbrada al desagradable olor de la celda, que también era húmeda y oscura, y el temor se había adueñando rápidamente de mí. Las risotadas de los soldados afuera me hacían sentir más miedo. Estaba aterrada, no sabía lo que querían de mí, por primera vez en mi vida sentí que estaba metida en una situación muy complicada, que estaba entrando en un mundo de fuerzas desconocidas del que no sabía cómo iba a poder salir.

En medio de todo ese marasmo de sentimientos, escuché una voz de mujer con acento árabe, una soldado del ejército de ocupación estadounidense. Decía: ‘No creo que los traficantes de armas en Iraq sean mujeres’.

Cuando hablé para explicarle las circunstancias del incidente empezó a golpearme salvajemente. Yo gritaba ‘¡Dios mío, soy inocente, soy inocente!’. Después la soldado empezó a maldecir y a jurar y a insultarme con palabras que yo no creía que podría oír en toda mi vida bajo ninguna circunstancia; después empezó a burlarse, a decir que me vigilaba por satélite durante todo el día y que la tecnología estadounidense podría rastrear a sus enemigos incluso dentro de sus dormitorios. Y entonces se rió diciendo: ‘Te estaba vigilando hasta cuando hacías el amor con tu marido’. Le contesté confundida que yo no estaba casada. Me estuvo golpeando durante una hora y me obligó a beber un vaso de agua. Más tarde supe que habían mezclado un fuerte sedante y no pude despertarme hasta pasados dos días en que me encontré desnuda en la celda. Supe inmediatamente que había perdido algo que nada en la tierra podría devolverme, que me habían violado.

Me puse histérica y empecé a dar golpes con la cabeza contra la pared, entonces entraron cinco soldados a los que ella dirigía y empezaron a golpearme y a violarme, riendo en medio de una música estridente. Los días pasaban y las violaciones se repetían casi a diario y cada vez inventaban nuevas formas más brutales que las anteriores.

Después de casi un mes, un soldado negro entró en la celda y me arrojó dos prendas del uniforme estadounidense y me dijo que me las pusiera con un roto acento árabe. Después me metió una bolsa por la cabeza y me llevó a unos baños con caños de agua fría y caliente y me dijo que me lavara, cerró la puerta y se fue.

A pesar de todo el agotamiento y el dolor, a pesar de la enorme cantidad de heridas que tenía por todo el cuerpo, me puse a lavarme, pero antes de que hubiera acabado, el soldado negro volvió a entrar en la ducha, me quedé aterrada y le tiré el barreño a la cara, su respuesta fue terrible… Me violó cruelmente y me escupió en la cara y regresó acompañado de otros dos que me llevaron arrastrándome hasta mi celda, y así continuaron tratándome… violándome decenas de veces al día hasta acabar con mi salud”.

Nadia prosigue, revelando las atrocidades sufridas por las mujeres iraquíes en las prisiones:

“Después de más de cuatro meses, llegó una soldado y supe, al oír a los otros, que su nombre era Mary. Ella me dijo: ‘Hoy tienes una oportunidad de oro… oficiales de alto rango van a visitarnos, y si les tratas bien… puede que te liberen, especialmente porque estamos seguros de tu inocencia’.

Yo le dije: Si estáis seguros de mi inocencia, ¿por qué no me dejáis libre?

Ella me gritó muy nerviosa: ‘La única forma de que te asegures de salir de aquí es que cooperes con ellos’.

Me llevó a los baños y me vigiló mientras me lavaba sujetando un grueso palo con la mano y golpeándome cada vez que me negaba a cumplir sus órdenes. Después me dio una caja con cosméticos y me advirtió que no llorase para no estropear el maquillaje. Me llevó hasta una pequeña habitación en la que sólo había una cama y volvió una hora más tarde con cuatro soldados que llevaban cámaras. Me arrancó la ropa a la fuerza y empezó a atacarme como si ella fuera un hombre, escuché las risas de los soldados y una música muy alta.

Los cuatro soldados estuvieron tomando fotografías de todas las situaciones por las que ella me obligó a pasar, me enfocaban a la cara diciéndome que sonriera o que ella me mataría. Ella le cogió la pistola a uno de los soldados y disparó cuatro balas que me rozaron la cabeza y juró meterme la quinta entre los ojos. Después, los cuatro soldados me violaron hasta que perdí el conocimiento y me encontré de nuevo en la celda con marcas de uñas, dientes y quemaduras de cigarrillos por todo el cuerpo”.

Nadia interrumpe su historia, deja que las lágrimas se liberen de sus ojos y continúa:

“Un día después, Mary vino a decirme que había cooperado y que me dejarían libre, pero después de que viera el video que habían grabado. Tuve que contemplar espantada el video y ella no paraba de decir: ‘Dios te ha creado para que nos divirtamos’. En ese momento sentí tanta rabia que me lancé contra ella a pesar de todo el miedo que sentía, la habría matado, pero los soldados se interpusieron. Todos empezaron a pegarme. Después de aquello, ninguno se acercó a mí durante un mes y pasé el resto de mis días en rezándole a Dios para que me salvara de ese lugar.

Un día, Mary volvió con un grupo de soldados y me devolvió las ropas que yo llevaba cuando me arrestaron, me metieron en un vehículo multirruedas y me arrojaron en la autopista de la ciudad de Abu Ghraib con mil dinares (5 dólares). No volví con mi familia, me dirigí a una casa que estaba muy cerca del lugar donde me habían arrestado, tenía miedo de la reacción de mi familia. Decidí visitar a un familiar para que me contara lo que había sucedido en casa durante mi ausencia y descubrí que mi hermano había organizado un funeral por mí hacía más de cuatro meses y que para él era como si estuviera muerta. Comprendí que el cuchillo del honor me esperaba. Me fui a Bagdad y una buena familia me acogió en su casa, donde trabajé para ellos como criada y niñera de sus hijos”.

Nadia estalla con gran dolor y amargura:

“¿Quién va a ayudarme para que cicatricen mis heridas? ¿Quién me devolverá mi virginidad? ¿Qué culpa tuve yo en todo lo que me sucedió? ¿Qué culpa tenían mi familia y mi tribu? Y llevo un niño en mi vientre y no sé quién es el padre…”

Ahora tienen derecho a saber qué ha sido de ella. Nadia decidió convertirse en combatiente… convertirse en suicida-bomba, inmolándose en medio de una patrulla estadounidense en Abu Ghraib, el lugar donde la habían masacrado. ¡Qué Dios lleve la paz a su alma y la acoja con amor en su inmenso Paraíso!