Hago eco de un artículo de Opinión publicado por el Wall Street Journal, firmado por la periodista Mary Anastasia O'Graddy en el que acusa al Dpto de Estado Norteamericano de imponer interpretaciones a las leyes de otro Estado soberano.
Lo considero de interés en el tenso momento actual en el que los análisis legales cobran relevancia inusitada, vista la frágil situación en Honduras.
Al final expondré una respuesta simple, pero tan tajante como real.
Lo considero de interés en el tenso momento actual en el que los análisis legales cobran relevancia inusitada, vista la frágil situación en Honduras.
Al final expondré una respuesta simple, pero tan tajante como real.
La Corte Suprema de Honduras tiene la autoridad constitucional y estatutaria para escuchar casos contra el presidente de la república y muchos otros altos funcionarios del Estado, para adjudicar y velar por el cumplimiento de fallos, y de solicitar la asistencia de la fuerza pública para hacer cumplir sus determinaciones".
—Servicio de Investigación del Congreso, agosto de 2009
—Servicio de Investigación del Congreso, agosto de 2009
Desde que el 28 de junio Manuel Zelaya fue removido de la Presidencia por la Corte Suprema y el Congreso de Honduras, por violaciones a la Constitución, el gobierno del presidente estadounidense Barack Obama ha insistido, sin asidero legal, en que el incidente equivale a un "golpe de Estado" y que debe ser revertido. El presidente Obama ha tratado duramente a Honduras y a los estadounidenses se les ha pedido que confíen en las declaraciones de su mandatario.
Ahora, un informe del Servicio de Investigación del Congreso (CRS por sus siglas en inglés) registrado en la Biblioteca del Congreso de EE.UU. ofrece lo que el gobierno de Obama no ha provisto: una revisión legal seria de los hechos. "Fuentes disponibles indican que los poderes judicial y legislativo aplicaron el derecho constitucional y estatutario en el caso del presidente Zelaya de una manera que fue interpretada por las autoridades hondureñas de ambas ramas del gobierno como conforme con el sistema legal hondureño", escribió en su informe la especialista en derecho internacional del CRS Norma C. Gutiérrez.
¿Acaso esto ha marcado alguna diferencia? Ni soñarlo. La Casa Blanca sigue defendiendo su acusación de golpe y, hace diez días, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, incluso llegó a sancionar al poder judicial hondureño, que es independiente. EE.UU. no da las razones, pero resulta evidente que el pecado de la corte es rechazar un plan que cuenta con la venia de la Casa Blanca para restituir a Zelaya en el poder.
El resultado es que EE.UU. está tratando de obligar a Honduras a violar su propia Constitución y usando su peso en la política internacional para tratar de interferir con el sistema judicial independiente de ese país.
Los hondureños están preocupados por el impacto de esta presión en su país. La postura estadounidense envalentona a los partidarios violentos de Zelaya, que ahora se apropian de las calles del país, donde causan destrucción e intimidan a la población. Cada vez que la policía intenta detenerlos, empiezan a gritar acerca de sus "derechos humanos".
Tal vez los estadounidenses deberían estar más preocupados por el autoritarismo, sin justificación legal, que emana desde el poder ejecutivo en Washington. ¿Qué señal envía Obama acerca del respeto por la separación de poderes cuando le instruye a su secretaria de estado que castigue a un tribunal independiente porque no falló como él quería?
EE.UU. ha estado presionando a Honduras desde el 28 de junio para que Zelaya vuelva a la Presidencia. Pero ni los dudosos argumentos sobre el "imperio de la ley" esgrimidos por Hillary Clinton ni las herramientas que le ha dado Obama para usar contra este pequeño país han servido para convencer a la Justicia hondureña de que deje de lado su propia Constitución.
La Secretaria de Estado parece estar irritada con la Justicia hondureña porque determinó que el regreso de Zelaya al poder bajo el plan propuesto por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, es inconstitucional.
Por ende, el Departamento de Estado decidió que, para defender el estado de derecho, castigaría a los miembros de la Corte Suprema por la interpretación de su propia Constitución.
EE.UU. les retiró las visas a 14 magistrados hondureños. Puesto que el gobierno de Obama ya había hecho lo mismo con el décimo quinto miembro del tribunal, el que firmó la orden de arresto de Zelaya, esta iniciativa completó el asalto de Clinton a la independencia de la corte más alta de una democracia extranjera. La lección, supuestamente, es que los jueces de los países pequeños tienen la obligación de aceptar la interpretación estadounidense de sus propias leyes.
Miles de lectores me han escrito para preguntarme cómo algo de esta naturaleza puede pasar en EE.UU., un país donde los principios democráticos han sido reconocidos desde su fundación. Muchos lectores me han confesado estar "avergonzados" de EE.UU. y me han preguntado ¿cómo pueden ayudar a Honduras? Una pregunta más pertinente podría ser ¿cómo pueden ayudar al propio EE.UU.?
A través de sus acciones hacia Honduras, el gobierno de Obama demuestra su desprecio por los fundamentos de la democracia. Los expertos jurídicos son claros al respecto. "La independencia del poder Judicial es un componente central de cualquier democracia y es crucial para la separación de poderes, el estado de derecho y los derechos humanos" escribe en su libro The Judge in a Democracy (algo así como El juez en una democracia) Ahron Barak, el ex presidente de la Corte Suprema de Israel y un destacado experto jurídico.
"El propósito de la separación de poderes es fortalecer la libertad y prevenir la concentración del poder en las manos de un actor del gobierno de una manera que probablemente merme la libertad de un individuo", explica Barak, casi como si se estuviera refiriendo a Honduras.
Barak también advierte de un modo profético acerca de las democracias a la Chávez que han destruido a Venezuela y que los hondureños dicen que estaban tratando de impedir en su propio país. "La democracia tiene el derecho de defenderse contra quienes buscan utilizarla para destruir su propia existencia", escribe. Los estadounidenses tienen que preguntarse por qué su gobierno no parece estar de acuerdo.
-FIN DEL ARTICULO-
Muy interesante, de verdad, su artículo. Más de uno dudará de Obama y Zelaya. pero no resuelve dos cuestiones básicas :
1) El retirar a Zelaya de Honduras sí fue una violación constitucional directa e indefendible, situación de la que emanó la correctamente llamada "sucesión constitucional" con todas sus amargas consecuencias.
Eso empuja a llevar las cosas al estado inmediatamente anterior a este hecho. Luego, mediante los canales que señala la Ley, proceder con cualquier proceso acusativo contra la política de Zelaya.
2) El artículo se basa en un informe puramente estadounidense. Resalto que no se basa en los débiles argumentos del gobierno de Micheleti. Pero en esencia habla de que los EE.UU. obliga a Honduras a aceptar la interpretación estadounidense de las leyes hondureñas.
Acaso no se contradice el Artículo al esperar la interpretación de la comisión del Congreso Americano para proclamar esta traducción de esas leyes?
O es acaso este informe el único asidero legal del mismo?
Acaso también en el informe del Congreso se sustenta legalmente los atropellos y crímenes, incluidos los de lesa humanidad, falsificación de escrituras y censura mediática, cometidos por el gobierno defacto?
Acaso esa comisión es de otro mundo, al que no puede acceder ningun miembro de la ONU, OEA, UNASUR, etc., quienes han calificado los hechos de Golpe de Estado?
O es que acaso están cayendo los telones y retirando los maquillajes.
ACASO SÍ HAY ALGUNA RAZÓN DE QUE EL PUEBLO HONDUREÑO, CRUENTAMENTE REPRIMIDO, SOMETIDOS POR LA FUERZA, SE SUBORDINE A ÉSTA INTERPRETACIÓN, también extranjera a ellos, DE SUS PROPIAS LEYES?
O acaso al ver un hermano bajo una golpiza, con balas silbando en su pelo, con familiares desaparecidos, muertos o detenidos y seguro de que su vida, muerte y derechos pueden quedar sepultados por una fuerza devoradora, podría también llamarse obsesión el querer interpretar la ley de otro modo?
No se rindan; yo no lo haré!
-Joel
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