En los crímenes sobran tambien "la gente seria", en clara alusión a los que históricamente les han secuestrado las posibilidades a los malditos delincuentes.
La política contra la delincuencia no debe ser ni importada ni exclusiva tarea de la sobrecargada Policía Nacional.
Solo con situarnos escasos segundos en los zapatos de los delincuentes y luego del ciudadano honrado que sufre sus embestidas, descubrimos que todo anda mal; los últimos sufren de inseguridad, pero los primeros de educación y oportunidades.
El ejército debe cooperar. La SEE y SEESCyT también. Y lo más importante, aunque igual de improbable: Reconocer la ruta de fracaso que transitamos, humildemente entrar a las cárceles y encuestar los sin suerte sobre qué hubiera podido evitar su desgracia.
De seguro también ellos desearon querer y ser queridos.
Nuestras futuras generaciones considerarán nuestro simple vivir un crimen. Contra los demás, contra el planeta y contra ellos.
Pensemos eso.
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